Nada les impidió a los comerciantes litoraleños decir la verdad: a pesar de la pandemia, sus negocios prosperaron como nunca. La clausura forzada de los pasos fronterizos a causa de la expansión del virus, allá por marzo de 2020, determinó la conformación, por la vía de los hechos, de una suerte de mercado cautivo en los departamentos que tienen límite con Argentina. Por razones sanitarias, durante más de un año, los habitantes de Salto, Paysandú y Fray Bentos –por ejemplo– no pudieron cruzar a Concordia, Colón o Gualeguaychú para cumplir con una de las más conocidas tradiciones regionales: aprovechar la diferencia cambiaria entre los dos países –que esta vez favorece el poder de compra de los orientales del lado argentino– para llenar el carrito. De modo que, en teoría, no tuvieron más r...
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