Pablo Casacuberta (Montevideo, 1969) pertenece a esa clase poco corriente de escritores cuya oralidad se percibe a tono con su escritura. A menudo, escuchar1 y leer a Casacuberta no presenta mayores diferencias: uno asiste a lo copioso de su prosa como a su pródigo fraseo, y las digresiones de su discurso nos llevan de la mano tanto en lo sinuoso de sus párrafos como en los amables entresijos de su conversación. Por supuesto que en la escritura el caudal de su voz alcanza otra trascendencia, y, por otro lado, no hay motivos para exigirle a ningún escritor, por más experimentado que sea, evidenciar dotes de orador, pero cuando la virtud está en ambas prácticas parece oportuno mencionarlo.
Escipión, editada originalmente en 2009 bajo el sello Trilce, comienza con Aníbal Brener, narrador ...
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