No es raro asociar el delirio al acto de escritura. «Lo verdaderamente raro es ser normal», afirma Montero al inicio de este libro. Tomado de un verso de Emily Dickinson, el título adelanta esa oscilación que atraviesan los artistas entre el estado de locura y cordura. Sumergidos en la oscuridad, los creadores luchan por amarrarse a la vida en una continua búsqueda de algo que los conduzca a la ilusión del equilibrio, algo que refleje al menos un destello, mientras son conscientes de que en la mesura pueden perder potencial artístico. La paradoja oculta como resultado la belleza. Y en ella descansa la obsesión, la manía, la ansiedad por descubrir un mundo a través de la literatura. Para los «yonquis de la intensidad», como los llama Montero, la vida no alcanza. El universo pragmático, el ...
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