En Madame Bovary, las botellitas doradas que sostenían las mujeres durante la escena del baile no contenían perfume, sino vinagre. Vinagre para aspirar y así no desmayarse por lo apretado de sus corsés en el caluroso ambiente del salón. Al estudiar las primeras versiones de la novela de Flaubert, la traductora y escritora Lydia Davis (Estados Unidos, 1947) encuentra pequeños detalles que fueron omitidos en la última versión, que, sin embargo, ayudan a su trabajo como lectora y traductora.
Porque Lydia Davis, en esa doble función de escritora y traductora, es, a su vez, una lectora experta. Su libro Ensayos I, editado el año pasado por Eterna Cadencia y traducido por Eleonora González Capria, es la primera etapa de un recorrido de lectura y escritura. Sus cuentos, caracterizados por su ...
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