Cuidado. La docencia es un búmeran peligroso. A mediados de los noventa, en una remota ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires, un puñado de adolescentes de 15 o 16 años lidia como puede con su lectura obligatoria del colegio: Cicatrices, de Juan José Saer. Una novela de iniciación sesentista que, a la luz del vetusto programa de estudios, está absolutamente fuera de borda: un femicidio, un incesto platónico, el roce del homoerotismo; el periodista curtido como Virgilio y el alcohol como combustible metafísico; el doble, la geografía de Santa Fe y la limpieza ética del suicidio. ¿A quién se le ocurre? Cuatro relatos unidos por un mapa y un vórtice capaz de estirar el tiempo como un chicle Bazooka. Repito: ¿a quién se le ocurre? Ya sé: a una alumna de Beatriz Sarlo.
La ilustració...
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