En el hall de entrada del Centro Cultural de España (CCE) se presenta una serie de textos, a modo de reseña biográfica, de estas cinco arquitectas. Junto a sus nombres, claramente destacados, hay fotos de las inscripciones de sus firmas en obras que proyectaron (con la excepción de María Beya Cayo, de quien, por el momento, solo se conoce actividad como docente). Para el autor y curador de la muestra, Ramiro Rodríguez Barilari (fotógrafo e investigador, con una importante labor vinculada al área de la arquitectura, en particular en lo que concierne a la valoración y la preservación del patrimonio urbano de Montevideo), era importante que pudieran verse esas firmas, por el vínculo que tienen con la identidad arquitectónica de Montevideo y de Uruguay, y porque dan cuenta del ejercicio profesional que tuvieron estas mujeres. Acompañando estos textos, también se podrá encontrar material visual de diversa naturaleza, que le permitirá al espectador adentrarse en el contexto histórico específico.
El título de la muestra debe su nombre a que, en ocasión del segundo premio obtenido por Julia Guarino en el concurso para la construcción del frigorífico municipal de Montevideo, en 1924 la revista Arquitectura, órgano de prensa de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU), se refiere a ella como señorita «arquitecto», sin adecuación del nombre de la profesión al género de la persona que porta su título.
Curiosamente, es una firma lo que da el puntapié inicial a la muestra. Hace aproximadamente 25 años, Rodríguez Barilari se encontraba caminando por la avenida Millán y le llamó la atención la inscripción que había en la fachada de una casa: «J. Guarino Fiechter / Arquitecta». Al considerar la época en que la vivienda fue construida –aproximadamente en los años veinte–, se sorprendió al imaginar la edad de la persona que la proyectó y la particularidad de que firmara como «arquitecta». En ese momento, si bien ya había tenido su pasaje como estudiante en la Facultad de Arquitectura, no se había preguntado por las mujeres en esa disciplina, y menos aún por las primeras mujeres universitarias. Fueron las ansias de averiguar más sobre esa enigmática firma lo que lo llevó, años después, a iniciar un proceso de investigación que fue mutando y tomando forma.
Estas cinco arquitectas no solo estudiaron y obtuvieron un título universitario, sino que también se desempeñaron como profesionales. Si bien esta constatación puede resultar una obviedad para la sociedad de hoy en día, en esos tiempos supuso un verdadero avance. Muchas veces, proyectaron y realizaron obras que se circunscribían al lenguaje de la época, el de la arquitectura moderna. Los cargos que ocuparon dentro de oficinas estatales les permitieron llevar a cabo obras de gran porte (por ejemplo, el caso del pabellón Martirené del hospital Saint Bois, que proyectó Sara Morialdo junto con Carlos Surraco). A su vez, viajaron a congresos internacionales, como fue el caso de Sara Morialdo y Gyptis Maisonnave Pagani, que en 1947 participaron en el Sexto Congreso Panamericano de Arquitectos, en Lima. La primera lo hizo como delegada del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y la segunda, como delegada del Consejo Nacional de Enseñanza Primaria y Normal (en dicho congreso Sara recibió una medalla de oro y un diploma por el pabellón Martirené). También ocuparon cargos de importancia; Gyptis Maisonnave Pagani, por ejemplo, en los órganos de dirección y el colegio de jurados de la SAU, y Julia Guarino fue jefa de la Dirección de Arquitectura del MOP. A su vez, algunas de ellas tuvieron participación en el terreno político. En 1958, Julia Guarino integró una lista de candidatos al Senado por el sublema Batllismo del Partido Colorado, además de formar parte de organizaciones dedicadas a la promoción de los derechos de las mujeres, como la Asociación de Mujeres Tituladas de la Universidad, que cofundó en 1935 junto con Paulina Luisi. Con un matiz ideológico distinto, Sara Morialdo participó, e incluso presidió, organizaciones vinculadas con el catolicismo.
Uno de los principales aportes de Señorita arquitecto es a la generación de nuevo conocimiento acerca de la práctica profesional de las primeras mujeres arquitectas (incluso universitarias) de Uruguay. Rodríguez Barilari parte de un punto en el cual prácticamente no existía nada, a excepción de algunos documentos sobre Julia Guarino y Sara Morialdo. Buena parte de la información fue obtenida a través de entrevistas a familiares de las arquitectas, a partir de las cuales fue tejiendo hilos y vinculando datos que luego se constataron con material de archivo. Una de las dificultades de la investigación radica en la imposibilidad de acceder a testimonios directos, ya que todas estas arquitectas se encuentran fallecidas a la fecha y además, salvo la excepción de Julia Guarino, tampoco han dejado registro de memorias (diarios personales o de viaje, libretas de apuntes, entre otros). A su vez, como ninguna de ellas tuvo hijos, en algunos casos también se hace difícil encontrar familia directa con la cual dialogar. Por ejemplo, en el caso de María Beya Cayo, el curador solo llegó a contactarse con la familia política de su familia política. Esto probablemente incida en que su biografía sea la más escueta.
Puede decirse que otro de los motivos de las dificultades para encontrar fuentes bibliográficas se debe a la propia tradición historiográfica de la que formamos parte, que no es exclusiva de la arquitectura, sino que también incluye a la historia de la ciencia y del arte. En ella se ha ponderado la figura del «genio creador» o «héroe», que se asocia a la imagen de un hombre blanco, burgués y europeo. Los aportes de las mujeres a la historia, cuya figuración no coincide con la del «genio creador», han tendido a ser invisibilizados o, en los casos en que sí han sido tenidos en cuenta, han sido minimizados o subestimados. En estos últimos años, desde la academia está habiendo algunas tendencias que, desde marcos teóricos alternativos, están buscando dar cuenta de estas ausencias e intentan subvertirlas. Por ejemplo, en el caso local, en la edición 2021 del curso Arquitectos Uruguayos, impartido por el Instituto de Historia (IH) de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, por primera vez se incluyó en el programa a dos arquitectas mujeres, Julia Guarino y Nelly Grandal. Además, el IH está llevando a cabo un proyecto de investigación llamado Arquitectas (2020-2022), que se propone identificar y analizar críticamente, desde una perspectiva de género, las obras y los desempeños profesionales de las 167 arquitectas recibidas en la Facultad de Arquitectura entre 1923 y 1970. Uno de los elementos que se constataron es que, a pesar de la casi total ausencia de menciones a arquitectas mujeres en publicaciones de referencia, la revisión de distintos materiales de archivo demostró que sí hubo mujeres arquitectas que participaron en muchos proyectos y obras, ejerciendo su profesión en la academia, en oficinas técnicas del Estado y en el ámbito privado, a la par que sus colegas varones.
Señorita arquitecto trae, desde los márgenes, nuevos personajes a la escena de la historia de la arquitectura nacional y permite problematizar los relatos existentes. Al destacar figuras que históricamente han tendido a quedar relegadas de las grandes narrativas, esta muestra no solo contribuye a una mayor equidad, sino que enriquece nuestro entendimiento del pasado y la conformación de nuestra identidad como país y sociedad. Es importante que estos esfuerzos permanezcan en el tiempo y se multipliquen, y que no solo queden en lo anecdótico de esta propuesta expositiva particular, que al menos sabemos que contará con su segunda parte en 2023, cuando se cumplan 100 años del egreso de Julia Guarino de la Facultad de Arquitectura.