Fue en una entrega de canastas de alimentos cuando Guillermo Camirote, profesor de Física de cuarto y sexto año en los liceos IBO e Idea Vilariño, se contactó por primera vez con varios de sus estudiantes desde que habían comenzado las clases. Hacía dos meses que los cursos estaban en marcha, pero recién en esa instancia pudo conocerlos. No fueron los únicos. La mitad de los estudiantes inscriptos en sus cuatro grupos de cuarto año no tenía ningún vínculo con los docentes del curso y no participaba de los encuentros virtuales. Con el paso de las semanas, se fue enterando de las situaciones de esos gurises que no estaban activos en el sistema educativo. Se acercaba algún padre o madre y le comentaban que no tenían equipo para conectarse. O que la ceibalita con la que iban a trabajar estaba...
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