—La primera concentración por el Orgullo fue en 1992 y la primera marcha, en 1993. ¿Qué les impulsó y qué condiciones coyunturales había para que se desarrollaran esas instancias?
—Son muchos factores. Por un lado, es el principio de un nuevo ciclo: a nivel global había una cultura de la democratización respecto a la sexualidad y eso comienza a llegar a Uruguay. Por otro lado, empezaron a permear las políticas neoliberales y, a su vez, había una fuerte erosión de nuestra cultura política, que estaba signada por que lo político-partidario eclipsaba las identidades sociales. En los noventa es que esos movimientos suceden, después de la caída del muro de Berlín, de la derrota de ciertos modelos de militancia ochentosos y de la del voto verde.
Todo esto cambia la escena local y permite ...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate