De Ángel Rama
Montevideo, 14 de marzo de 1950
Una carta regida por los principios del ahorro puestos al servicio del despilfarro, mis muy queridos José Pedro y Minye, es esta que, sahumada por el tormentoso aire de un Montevideo estival, va hasta las manos enguantadas de esos «rastacueros» parisienses. En un principio se trataba simplemente de enviarles la foto, como respuesta, más cálida y amistosa, desde luego, a la postal recibida desde el deslumbrante Jardín de Luxemburgo. Después se trataba de ponerle un papel para que no se viera desde fuera la foto, y, al poner un papel, qué más remedio que escribir una carta.
Una carta impone noticias. ¿Cuáles? En primer lugar, ¡oh, las fórmulas de nuestros abuelos que adoraba Jacobson!, las referentes a la salud física y moral. Menos can...
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