La tormenta se abate sobre Minas. Dentro de la catedral de la Inmaculada Concepción, un centenar de feligreses silenciosos esperan que el padre Alejandro comience la misa de las 19. Unos pocos han dejado su nombre y número telefónico de contacto en las cuartillas ubicadas a la entrada del templo, atendiendo el protocolo sanitario para controlar la pandemia por SARS-CoV-2. La posibilidad de un contagio no parece afligir tanto a los fieles como el más reciente caso de abuso sexual en el seno de la Iglesia Católica uruguaya: un terremoto con epicentro en Minas, cuyas réplicas llegan hasta Salto.
A principios de este mes, la fiscal Tania Vidal formalizó a G. M., vicario de la catedral, imputado por varios delitos de atentado violento al pudor y de abuso sexual –uno de estos especialmente a...
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