El hilo conductor de este laberinto –sin ánimo de comparar a Ariadna con José Bayardi– es la reiteración de circunstancias opacas y, de alguna manera, similares que cuestionan las decisiones del entonces presidente de la república, Tabaré Vázquez, a la hora de laudar sobre dos tribunales de honor, uno para Gilberto Vázquez, en 2006, y otro para el coronel José Gavazzo, en 2019. Ambos fueron absolutamente sinceros en sus confesiones a los tres generales de sus respectivos tribunales: uno admitió que había hecho desaparecer en el Río Negro el cuerpo de un prisionero asesinado, y el otro, que había cometido asesinatos y torturas, de las que no se arrepentía.
En ambos casos, también, la presidencia homologó los fallos que condenaban a uno por su deslealtad con un camarada y al otro por hab...
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