A mediados de junio, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos propuso la candidatura de Mauricio Claver-Carone para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Desde entonces, ha tenido lugar un tironeo geopolítico que amenaza con dificultarles a los estadounidenses el camino para acceder al mando del principal agente financiador del continente. Al menos, de forma explícita: Washington es el accionista más grande de la institución y tiene el mayor peso en las decisiones, al concentrar el 30 por ciento de los votos y reservarse de forma exclusiva el poder de veto. Pero desde 1959 ha declinado tácitamente ocupar la presidencia del organismo en favor de un liderazgo latinoamericano. El gobierno de Donald Trump, que no comulga con el gesto, propuso a uno de los suyos para...
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