Al cierre de esta edición la policía británica arrestó al fundador de Wikileaks, Julian Assange, quien permanecía dentro de la embajada ecuatoriana en Londres desde 2012. De acuerdo con las autoridades inglesas, los agentes entraron a la sede diplomática tras la invitación del gobierno de Ecuador, que momentos antes había revocado el asilo político del que gozaba el informático australiano.
Previamente, Quito había suspendido la ciudadanía ecuatoriana de Assange, tramitada en 2017. De acuerdo con el presidente Lenín Moreno, “la conducta irrespetuosa y agresiva del señor Julian Assange, las declaraciones descorteses y amenazantes de su organización aliada en contra del Ecuador y, sobre todo, la transgresión de los convenios internacionales han llevado la situación a un punto en que el asilo del señor Assange es insostenible”. El mandatario acusó además al australiano de ser parte de un complot para “desestabilizar” a su gobierno.
Si bien este jueves 11 las autoridades ecuatorianas aseguraron desconocer la existencia de pedidos de que se extraditara a Assange, desde noviembre pasado era de público conocimiento que el Departamento de Justicia de Estados Unidos trabajaba en una denuncia penal contra él. Fue un descuido burocrático en una corte de ese país lo que reveló el caso, mantenido en secreto por Washington.
El propio Donald Trump se hizo el despistado al ser consultado por la prensa luego de la detención de Assange. “No sé nada sobre Wikileaks”, afirmó, “no es lo mío”. Por su parte, la primera ministra británica, Theresa May, celebró la noticia en el Parlamento, donde anunció que Assange fue arrestado por haber escapado de la justicia inglesa en 2012, cuando se lo investigaba por una denuncia sueca de violación, que más tarde fue archivada.
Lo cierto es que la justicia estadounidense ya adelantó que Assange será extraditado en virtud de un acuerdo con Reino Unido y juzgado por conspiración. No se descarta que se presenten nuevas acusaciones en los próximos días.
Wikileaks y su fundador están en el ojo de la tormenta desde 2010, cuando la organización comenzó a poner a disposición de los medios (entre ellos, Brecha) y el público internacional infinidad de cables de embajadas y reparticiones de inteligencia estadou-nidenses y de otras potencias. Ese trabajo expuso varios secretos, desde indiscreciones diplomáticas hasta graves crímenes de guerra.