Es ya pasada la medianoche, aunque Elvira y Francisca, hijas del abogado Justo Castro, siguen despiertas. Francisca, la mayor, cuenta su castísimo encuentro con Manuel, un joven de familia colorada con quien está teniendo un, en apariencia, inocente romance. Elvira, la menor, acaba de tener una pesadilla y le cuesta seguir el hilo de lo que dice su hermana. De repente, escuchan el ruido de la puerta y los pies ansiosos de la negra Eudasia que recorren los pasillos. Cuando Elvira se asoma por la ventana, ve a un joven de pelo negro y desprolijo, demasiado flaco y con los ojos oscuros y los labios hinchados, entrando a la casa.
Es 1898, y la Guerra Grande está en curso. Los Castro son una familia de Nueva Palmira, de buena condición social y firmemente blancos en sus convicciones políticas...
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