El nuevo trabajo de Alejandro Spuntone y Guzmán Mendaro se titula Equilibrio. La portada anticipa profundidad; es una especie de imagen 3D compuesta por las caras superpuestas de los dos protagonistas, aunque tal vez lo más acertado sería considerar protagonistas a las 11 canciones inéditas que integran el álbum. Después de dos muy exitosos discos con repertorios de versiones, el dúo no se conforma y nos presenta una serie de canciones nuevas, propias y de compositores amigos, con una única excepción que es “Santa Lucía”, de Roque Narvaja. Eso no es lo único particular acerca de este trabajo, ya que además es la primera vez que graban íntegramente en estudio con una banda que los acompaña. Los aplausos del público no anteceden a la primera canción como en los álbumes anteriores, y seguro que no tiene que ver con la ausencia de un escucha entusiasta, sino que este silencio pulcro de la sala de grabación responde al deseo de Alejandro y Guzmán de probar algo más.
“Te sigo buscando” es la canción que abre el disco, con un reef melancólico de guitarra que apenas se adelanta a la voz inconfundible de Spuntone. “Y aunque todo cambió/ todo sigue igual”, dice la letra, como una promesa de que la esencia del dúo estará intacta a pesar de que esta vez no se trata de una colección de canciones rescatadas de algún disco ya editado. “El fuego me espera” parece el relato mediante imágenes de las andanzas de un cantor que se reconoce siempre acompañado de la canción que le sirve de arma y de abrazo. La nostalgia en la voz de Spuntone y la calidad en las guitarras de Mendaro acompañan cada instante. “En un film” nace un tanto oscura, pero empieza a brillar en el estribillo cuando se une la armonía de Guzmán con una serie de slides sumamente expresivos. En la batería, Rodrigo Trobo acompaña bello y sencillo, acertado. “Bien una vez más” trae una luminosidad que no había aparecido en las canciones anteriores, algo entre la armonía, los matices, los cortes y el uso medido y justificado del Hammond hacen de esta canción un tema roquero para levantar el ánimo. “Los dos caminos” es una canción que duele. Puede adivinarse un desencuentro en una pareja, en el que la voz cantante comprende que no tiene el control absoluto, y que algunas cosas simplemente suceden. Es lindo volver a escuchar una historia conocida, porque la repetición permite atender detalles nuevos, y esto es lo que sucede cuando escuchamos la dulce versión de “Santa Lucía” de Roque Narvaja. Pero en “Nada queda de ti” el optimismo desaparece por completo. Una serie de intensísimas guitarras eléctricas acompañan palabras feroces: “el niño que fuiste se avergüenza de quien eres/ el hombre que eres no lloraría si te mueres/ porque nada queda de ti”. “Indignauta” es una crítica a la exposición de la opinión personal, apática y permanente en redes sociales. “Para imaginar” trae de nuevo la luz: es una canción de amor, una promesa, como la certeza enamorada de que todo va a estar bien. “El consejo que me doy” es la segunda vez en el álbum en la que se habla explícitamente de la empatía, “razonar desde el lugar del que el otro siente”. “A mi amanecer” es una expresión de ternura llena de gratitud, y el disco termina con “Ni de pena ni de amor”, un tema apenado que lamenta un desencuentro causado por la desazón, que impide que el protagonista sea libre.
Con Equilibrio, Spuntone y Mendaro se acercan a sus raíces individuales, aunque esto signifique tomar algo de distancia de lo que los unió en primer lugar. “Aunque todo cambió/ todo sigue igual.”
Equilibrio, de Spuntone y Mendaro, Bizarro, 2018.