Por querer trabajar, dos muchachos murieron en el puerto. La investigación que debe esclarecer causas y responsabilidades es compleja y sigue en curso. ¿La mercadería? Bien de bien, navegando sanita hacia su destino. Un decreto recién aprobado puede evitar que algo así se repita.
Julio, “Mirito” para los más cercanos, hubiera cumplido 23 años el sábado pasado. Era del barrio Conciliación, pero hace poco había terminado de levantar, en Santa Catalina, la casita donde vivía con su compañera y sus dos hijas (una de sangre y la otra “de corazón”). Parece que no hay foto en la que aparezca serio, siempre sale haciendo alguna macacada. Le sacaba chispas al piso si sonaba una plena. Se había tatuado en el torso una frase larga: “Si después de esta vida volviera a nacer, una sola cosa le pedirí...
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