Integrante de una estirpe de novelistas que definió el siglo XX, Philip Roth gozó de una de las carreras más largas, aclamadas y removedoras de la literatura estadounidense. Con la fuerza de sus libros construyó una leyenda y con su escritura insolente y demoledora demostró que el talento puede abrir (casi) todas las puertas.
“Gentil o hebreo o simplemente un hombre/ cuya cara en el tiempo se ha perdido”, versos que hablan de la muerte y pertenecen a Borges, el primer escritor que acudió a mi mente cuando me avisaron que había muerto Philip Roth. ¿Por qué? No estoy segura. Tal vez porque ambos, tan diferentes, fueron candidatos eternos al Nobel que merecieron y les fue esquivo, o porque murieron casi a la misma edad, Borges con 86 años y Roth con 85, el martes, en un sanatorio de Manha...
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