A Antonio María Vargas Madrid lo mataron porque firmó el acuerdo de sustitución colectiva de hoja de coca en el sur del departamento colombiano de Córdoba, en el norte del país. Nadie en San José de Uré, el pueblo donde vivía, se atreve a afirmarlo públicamente pero todos lo saben. No lo dicen porque temen correr su misma suerte y la de Plinio Pulgarín, quien también había suscrito el acuerdo y fue asesinado dos semanas antes en un paraje cercano. No lo dicen porque saben que toda esta región está a merced de las bandas criminales, y que allí no se puede mover un dedo sin su consentimiento.
Allí el silencio también manda.
La muerte de Antonio ocurrió la noche del 31 de enero pasado en la vereda (el barrio) Nueva Ilusión del pequeño San José de Uré, en Córdoba, epicentro del conflic...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate