Su edición en fonograma1 tiene entonces sentido. La compuso Ismael Varela, mejor conocido en el mundo de la canción como “Señor Faraón”. Si uno aprecia su bagaje de experiencias (como integrante de Hablan por la Espalda, Revolver y el Cuarteto del Amor, y tres discos como solista) puede, retrospectivamente, entender de dónde salen las competencias y talentos que desembocaron en la música de Clever. Pero si hago de cuenta que no leí el diario del lunes, me surge la idea de que los propios directores que lo invitaron se habrán sorprendido con lo sobresaliente del resultado.
La música tiene una relación interesante con el tema de la película y la enriquece, aporta a su personalidad. El protagonista está lastimado por la frustración de que su mujer no lo quiere más y con el orgullo masculino aplastado porque ella está con otro. Sus aficiones son medio retro: Bruce Lee y autos tuneados. Ello está aludido-comentado en músicas que tienen también un sabor retro (un funky cantado a lo Michael Jackson) y otras que, además de retro, tienen un notorio componente cursi-sentimental: klezmer, melismas en falsete recargados de vibrato, vals francés, canción “yanqui” seudocaribeña de fines de los años cincuenta. El tono es como el de la película: no totalmente en joda, pero sin sonreír demasiado, y lleno de desplazamientos humorísticos (en las letras incluso: en una canción en inglés nos topamos con “Outstanding with my carro de color”). Uno de los temas recurrentes es un motivo breve, silbado, que remite a la situación solitaria (porque por lo normal uno silba para uno mismo).
Esas sátiras sólo funcionan cuando están bien hechas, es decir, cuando la música no pasa vergüenza frente a sus referentes, cuando se nota que uno la siente por dentro al mismo tiempo que sonríe con ella. Y es el caso. Todo está tocado con competencia, pero además con calor, onda, compenetración, empaste. Los muy buenos músicos invitados amplían el rango de sonoridades: hay voces, guitarras, percusión, piano, clarinete, violín, contrabajo, bajo eléctrico y teclados.
La relación con la anécdota no es lineal: se esquivan algunos vínculos. Por ejemplo, no hay ninguna alusión musical al kung fu (música china), o al ambiente del Interior, ni tampoco necesidad de reafirmar “¡Uruguay!” (bandoneón, milongueo y cosas así).
La música es variada, lo que aporta a la película y al fonograma en cuestión, pero tiene también unidad y personalidad. Además del tono retro-satírico-sentimental hay elementos más concretos que se reiteran: sonoridades características (clarinete, los melismas en falsete) y algunos temas (el ya mencionado silbido y otro que consiste en un motivo escalar por un tetracordio de tonos enteros). Son elementos sencillos, como corresponde a una música pensada para integrarse a una obra más amplia, pero que siempre están tratados con interés (tímbrico, rítmico, armónico, formal). No se insiste obsesivamente en ellos, sólo lo suficiente para enlazar formalmente la obra.
Clever es una película muy bien construida, y hubo una integración muy inteligente entre la música y el resto del audio. Por eso en el fonograma se preservan algunos fragmentos del sonido. Justo al inicio, por ejemplo, un bocinazo engancha con una nota del clarinete y ambos tejen una progresión cromática con sentido musical: lo anecdótico-informativo se integra a lo estrictamente musical.
Como suele pasar con las bandas sonoras, uno en parte escucha para evocar la película y su espíritu, pero al mismo tiempo descubre valores intrínsecos que en el cine podían pasar desapercibidos. Algunas piezas (por ejemplo, “Triste villancico”) quizá no se justificarían si no estuvieran ambientando algo más, y hay que apreciarlas en ese marco (imaginando que son el “clima” de algo). Otras, la mayoría, podrían sencillamente constituir un excelente y original disco de música instrumental.
Este fonograma no tiene edición física. Está disponible para descarga gratuita en el sitio del sello Feel de Agua y para escucha en línea en diversas plataformas.
- Clever. Banda sonora original. Feel de Agua‑Montelona, sin número (edición virtual), 2016.