El 11 de mayo todo el personal del Hemocentro Regional de Maldonado denunció ante el Ministerio de Salud (MS) y la Administración de Servicios de Salud del Estado (Asse) presiones y hostigamiento por parte del doctor Ismael Rodríguez Grecco, coordinador de la Hemored (encargada de gestionar el uso de la sangre humana con fines terapéuticos, integrada por todos los servicios públicos y privados del país). El cargo fue creado en setiembre de 2015 y funciona como una asesoría de la directora de Servicios Especializados de Asse, Annabella Marchese, en forma paralela al Sistema Nacional de Sangre, institución que hasta aquel momento cumplía ese rol. Rodríguez, profesor grado 5 en la Cátedra de Medicina Transfusional del Hospital de Clínicas y jefe del Servicio de Hemoterapia de ese centro de salud universitario, también se desempeña como jefe de los servicios de hemoterapia de las mutualistas Casmu y Casa de Galicia. En su carta a Asse, los funcionarios afirmaron que en los últimos meses el médico adoptó medidas “en contra” del Hemocentro Regional, y remarcaron que, al mismo tiempo, el jerarca es el principal artífice y promotor del centro de hemoterapia de alta tecnología que el Casmu inauguró el 4 de mayo “con los mismos objetivos” del hemocentro público. El Hemocentro Regional de Maldonado se convirtió en referente regional por su sistema de captación de donantes y su tecnología para el procesamiento de la sangre, lo que le permite cumplir con la demanda de la región este y abastecer a otras zonas del país.
La presunción de un delito de conjunción del interés público y el privado quedó abierta, y no sólo llegó a Asse. Diputados de todos los partidos políticos, representantes de los departamentos del este, donde opera el hemocentro, también fueron enterados del asunto y se movilizaron ante las autoridades públicas en busca de explicaciones. El jueves 24 el gerente general de Asse, Richard Millán, visitó el hemocentro para profundizar en los planteos de los funcionarios. Ahí supo de medidas que hasta el momento desconocía y que, según admitió, perjudicaban la operativa de este centro. Entonces afirmó que las medidas denunciadas no se iban a ejecutar. Sin embargo un grupo de legisladores entendió necesario obtener explicaciones directamente de Asse, y el pasado martes 6 se reunieron en Montevideo con su presidenta, Susana Muñiz, quien ratificó que cualquier medida perjudicial para el funcionamiento del hemocentro quedaría sin efecto. “Todo volverá a ser como antes”, les garantizó la jerarca, para confirmarles que a raíz de la información recibida del Hemocentro se inició una investigación administrativa sobre el coordinador Rodríguez. Sin embargo, Brecha pudo saber que las autoridades están dispuestas directamente a eliminar el cargo y volver al sistema anterior, cuando las políticas de la Hemored se dirigían desde el Servicio Nacional de Sangre (Sns), a cargo de la doctora Lourdes Viano. “El directorio ha entendido que ese rol debe ser suprimido, y en la situación actual esa función la cumple la directora del Banco Nacional de Sangre”, enfatizó Muñiz.
DETONANTE. La primera de las medidas, según refirieron los funcionarios y autoridades de la Fundación Hemovida (comisión de apoyo al hemocentro) a los legisladores y también al sindicato de trabajadores del Estado (Cofe), fue adoptada por Rodríguez apenas asumió, en setiembre de 2015. Se eliminó el Plan Invierno, por el cual los servicios públicos reciben refuerzos de personal de marzo a noviembre. Este plan permitía destinar esos recursos humanos para las colectas del Hemobus –un ómnibus construido especialmente para funcionar como móvil de donaciones y que costó 300 mil dólares, aportados por la comunidad– en la región este, mayormente enfocado a las jornadas de donación en las escuelas. Para evitar la caída de uno de los proyectos más fuertes en la tarea de captación de donantes voluntarios y fidelizados –desde que comenzó a aplicarse los donantes pasaron de 3 mil a 27 mil–, la dirección del Hemocentro realizó un ajuste interno y derivó el personal de la sede fernandina al móvil. Esto permitió continuar con el programa escolar, pero vendría otro mazazo.
En marzo de este año el directorio de Asse prohibió a sus unidades ejecutoras contratar empresas de publicidad sin autorización de la gerencia general y les exigió cancelar las contrataciones mensuales y no renovar las licitaciones vigentes. Para el Servicio Nacional de Sangre semejante medida resultaba fatídica: las campañas promocionales del hemocentro son clave en el cometido nacional de aumentar el índice de donación voluntaria (47 por ciento de los donantes lo hacen por reposición, es decir, convocados para cubrir las necesidades de familiares o conocidos). En ese sentido, la creación del hemocentro significó un punto de inflexión. La directora del Sns, Lourdes Viano*, explicó a Brecha que aunque el centro se gestó por iniciativa de la comunidad y eso ya era una gran ventaja, había que educar a las personas y enseñar la importancia de donar de forma voluntaria, consciente y educada. “Había que tocar a la gente para que no se olvidara de nosotros, y así se inició un programa con charlas en las escuelas, visitas al edificio del hemocentro y videos promocionales. Pensábamos que habría resultados a mediano o largo plazo, pero muy pronto los niños se transformaron en grandes promotores a nivel de vecinos y familia”, contó. La misma empresa que realizaba estas acciones (Bypro) aplicó un sistema de mensajes personalizados para que los donantes “se sientan parte del Hemocentro” (agradecimientos, opciones para que cuenten su experiencia con la donación, recordarles luego de tres meses que ya pueden volver a donar, saludarlos por su cumpleaños), además de informar a través de las redes sociales sobre las condiciones óptimas para ser donante y la importancia de no hacerlo si se forma parte de la “población de riesgo”, entre otras acciones que para el Sns son un ejemplo a seguir en su sede montevideana. Viano señaló que este sistema es “prácticamente inédito a nivel mundial” y permite acortar la distancia entre el índice nacional de donantes y el establecido por la Organización Mundial de la Salud (Oms) como deseable para que un país logre la autosuficiencia en hemocomponentes. “Desde la apertura del Hemocentro Regional, cuyas estrategias de captación de donantes también se empezaron a aplicar en la sede montevideana del Sns, se pudo aumentar la cantidad de donaciones y también la producción de hemocomponentes, al punto que Asse está muy cerca de la autosuficiencia”, destacó la directora. A todas luces, la cerrada defensa del programa promocional del hemocentro se daba de bruces con la orden de restricción de publicidad que, con el asesoramiento de Rodríguez, la Unidad de Servicios Especializados pretendía aplicar al Hemocentro Regional de Maldonado. Sin embargo, al cabo de un intercambio de comunicaciones internas entre el Sns y Servicios Especializados, Viano mantuvo el contrato con Bypro y tanto el gerente Millán como la directora Annabella Marchese garantizaron al hemocentro que la política de comunicación se mantendrá como siempre.
Superado este nuevo obstáculo, surgió otro cuando Rodríguez firmó una orden que –una vez más– afectaba notoriamente la actividad del Hemobus. La resolución implicaba que el móvil tuviera 50 salidas anuales, por lo cual en lugar de salir de lunes a viernes tendría que hacerlo una vez por semana. Una vez más se puso en juego la ejecución del programa escolar y las colectas que, por convenio con sindicatos y organizaciones sociales, el hemocentro realiza en toda la región e incluso en otros departamentos que se lo solicitan. Además, tocaba al personal que se desempeña en la unidad. Eso fue lo que movió a los funcionarios y a la fundación Hemovida a informar a las máximas autoridades ministeriales y de Asse, y también a los legisladores, sobre el hostigamiento que padecían y que atribuyeron a Rodríguez. Además, dieron cuenta al representante de los trabajadores en Asse, Pablo Cabrera, quien indagó sobre la situación y días después garantizó que el Hemobus seguirá saliendo con la misma frecuencia de siempre. “Es la manera de acercar la solidaridad de la gente, que trasciende las fronteras de lo que es el recurso material, por lo cual no se puede recortar el trabajo que está haciendo el Hemobus”, dijo Cabrera al periodístico Frecuencia abierta, de Aspen FM.
EL ASESOR. Ayer, jueves, el coordinador Ismael Rodríguez aseguró a Brecha que nunca ordenó recortes en los servicios del hemocentro y, como para remarcarlo, sostuvo falazmente que “las propias autoridades de Asse lo desmintieron”. Acto seguido se despachó en contra de la gestión del Hemocentro Regional e intentó focalizar el conflicto en el doctor Jorge Curbelo, director de esta institución.
Rodríguez aseguró a este semanario que el Hemocentro Regional está descartando demasiada sangre porque no tiene cómo colocar su excedente. “El hemocentro abarca la región este del país, que tiene 311 mil habitantes. Si uno toma la estadística de la Ops-Oms, debería sacar no más de 9 mil bolsas. Lo que saca después es todo excedentario y no sé a dónde lo envían. Hay que ver la cantidad de bolsas vencidas que el hemocentro descarta”, lanzó. Por otra parte, si bien admitió que al asumir habló de la necesidad de dos hemobuses para cubrir la demanda de hemocomponentes (glóbulos rojos, concentrados plaquetarios, plasma) del país, dijo que lo hizo pensando en un programa nacional de sangre que está proyectado pero aún no se aprobó.
Tales afirmaciones se contraponen a lo dicho por la presidenta de Asse, para quien el Sns (cuyas sedes son el Hemocentro de Maldonado y el banco de sangre de Montevideo) “aporta positivamente al liderazgo de Asse en la atención de salud a nivel nacional, promoviendo la donación voluntaria y reiterada de sangre con el fin de producir hemocomponentes y hemoderivados con el máximo de seguridad y en cantidad suficiente para la actual estructura funcional”.
HEMOCOMPONENTES. El sistema nacional de intercambio de hemocomponentes se gestiona desde el Sns, con el cometido de lograr el mejor y mayor aprovechamiento de la sangre que, una vez donada, pasa a ser un bien público y finito. Por este mecanismo los servicios públicos y privados envían al Sns la sangre procesada y fraccionada que no utilizan en las cirugías, para ser distribuida en función de las necesidades de los otros servicios. Este intercambio, que se da en forma gratuita, es una de las fortalezas de Uruguay, porque evita tirar sangre por vencimiento y mejora la cobertura a los pacientes, se destaca desde el ámbito estatal.
A nivel nacional hay 74 servicios públicos y privados, y todos tienen que captar donantes para cubrir su demanda (por reposición o por donación voluntaria). Pocos tienen infraestructura para procesar la sangre que colectan, por lo cual deben comprar el servicio de obtención y procesamiento de sangre a los centros que cuentan con el personal, la maquinaria y los insumos. Cuantos más donantes consigan estos centros y más sangre procesen, menores serán los costos de producción. Para el sector público, las compras de insumos se realizan a través de la Unidad Centralizadora de Adquisiciones de Medicina Altamente Especializada (Ucamae), que funciona en la órbita del Ministerio de Economía. En Montevideo los hospitales tienen el procesamiento asegurado en la sede del Sns, ubicada en 8 de Octubre y Garibaldi; hacia allí envían la sangre que extraen diariamente, y la reciben lista para usar. En tanto, el Hemocentro Regional de Maldonado centraliza la extracción y el procesamiento para toda la región este y también para Montevideo.
Además, su infraestructura y concentración de donantes le permite vender servicios de procesamiento a las mutualistas. En la mayoría de los casos el pago de estos servicios se realiza mediante convenios de prestación: la mutualista paga el costo del procesamiento con camas u otros servicios que pueda necesitar el sector público.
ORO BLANCO. Si de algún modo se limitara la capacidad del Hemocentro Regional para captar donantes, se afectaría seriamente la rentabilidad de su producción de hemocomponentes, entre los que se destaca el plasma, del cual se obtienen hemoderivados (albúmina, inmunoglobulina, factores VIII y XIX de la coagulación) que se suministran a los pacientes hemofílicos.
En Uruguay existe un programa que implica el intercambio de plasma por hemoderivados y se desarrolla en el marco de un acuerdo entre el Ministerio de Salud y la Universidad Nacional de Córdoba (Unc), en Argentina. Al igual que el programa de intercambio de hemocomponentes, es gestionado por el Sns, dependiente de Asse.
El denominado Plan Córdoba es un convenio entre gobiernos por el cual el plasma que no se utiliza en transfusiones de centros públicos y privados va a la planta pública cordobesa y es transformado en medicamentos. Es decir que el centro que produzca más plasma obtendrá mayor cantidad de hemoderivados para abastecer a sus pacientes hemofílicos.
La mayor parte de lo enviado queda en la universidad como forma de pago de los costos de producción, mientras que otra porción (alrededor del 20 por ciento) vuelve al Sns, que distribuye los frascos de medicamentos en función de la cantidad de quilos de plasma que aportó cada servicio. Según supo Brecha, esa porción que queda en Argentina ha motivado un debate de larga data entre especialistas: algunos, como Ismael Rodríguez, abogan por terminar el convenio binacional para buscar otro socio en la industria internacional que ofrezca un porcentaje más alto; otros reconocen que el porcentaje es mejorable con la misma Unc y defienden las ventajas del pacto público-público. Rodríguez sostiene que es necesario “re-analizar” ese plan porque “no nos beneficia del todo”. En declaraciones a Brecha remarcó que mientras en el mundo el barril de este hemocomponente vale 20 mil dólares, un barril de petróleo vale 50 dólares. “Por cada quilo de plasma recibimos entre 109 y 122 dólares en hemoderivados de Córdoba, entonces no sirve sacar sangre de más para mandar allá. El proceso de cada unidad de sangre tiene un costo aproximado de 200 dólares. Obtener un quilo de plasma implica gastar mil dólares para obtener 109, quiere decir que voy a pérdida”, calculó.
En las antípodas de este razonamiento netamente economicista se ubican las propias jerarquías de Asse y la Sociedad de Hemoterapia e Inmunohematología de Uruguay (Shiu), por múltiples motivos. En principio porque la Unc no tiene fines de lucro, sino fines docentes y de investigación, y porque procesa el plasma que llega de Uruguay en forma separada, algo que no ocurriría si el país conveniara con plantas privadas multinacionales, que es lo que se ha evaluado hasta ahora. Este no es un dato menor, porque la sangre de este país es muy valiosa para sus usuarios: tiene más proteínas que en Europa debido al alto consumo de carne, y los índices de prevalencia de las enfermedades trasmisibles por transfusión (Vih, hepatitis, mal de Chagas, etcétera) son mucho más bajos que en otros países, incluso de la región. Eso no sólo hace nuestra sangre de mejor calidad y rendimiento, también la hace más segura. Otro aspecto que tienen en cuenta los defensores de este convenio público-público es que en Uruguay la donación no es remunerada, a diferencia de otros lugares del mundo (como Estados Unidos o Europa) donde las personas cobran por donar sangre y no les preocupa el llamado “período ventana”, en el cual un virus no es detectado por los reactivos. Así que dejarse tentar por ofertas de plantas privadas de otras partes del mundo atentaría contra la ética y la responsabilidad del Estado en el manejo de la sangre, alegan.
Otro aspecto a tener en cuenta es que los hemoderivados que llegan de la universidad argentina no alcanzan para cubrir la demanda de todo el país y hay que comprarlos en la industria. Así, la compra de estos medicamentos queda librada a la oferta de los laboratorios que están habilitados por el MS para importar hemoderivados y venderlos en el país. Cuanta más cantidad se les compra, mejor es el precio. Los hemoderivados para los usuarios de Asse son comprados por el Estado a través de la Ucamae, mientras las mutualistas se manejan con sistemas propios de compra. Sólo uno de los hemoderivados tiene cobertura del Fondo Nacional de Recursos, el factor IX de la coagulación, que se utiliza para tratar la hemofilia tipo B y que se integró a raíz del reclamo de un paciente; los otros son carísimos.
PRESUNTOS IMPLICADOS. En función de los costos que tiene el procesamiento de la sangre y de la dependencia nacional respecto de los hemoderivados que provee la industria, es que los funcionarios y la fundación Hemovida miraron con recelo la participación de Rodríguez como artífice del nuevo Centro de Hemoterapia que inauguró el Casmu, que también pretende concentrar donantes y ofrecer servicios a los prestadores del Sistema Nacional Integrado de Salud (Snis). El cuestionado funcionario fue enfático al afirmar que su trabajo como coordinador de la Hemored es asesorar a la dirección de Servicios Especializados y nada más, por lo cual no podría tomar ninguna decisión que entorpeciera los planes expansivos del Hemocentro Regional y así favorecer al Casmu y a los laboratorios que lo abastecen, como se sugiere. “La función del coordinador es hacer una planificación estratégica y controlar todos los procesos de la medicina transfusional del país, que cuesta alrededor de 60 millones de dólares”, alegó. También sostuvo que el emprendimiento del Casmu tiene como principal objetivo mejorar la atención a sus pacientes y a los de Casa de Galicia, por lo cual se firmará un convenio de complementariedad entre ambas instituciones. Luego vienen los planes de expansión.
Para convertir el servicio en un centro de hemoterapia de alta tecnología, el Casmu firmó convenios estratégicos con el laboratorio Roemmers. “El Casmu compra una serie de productos a Roe-mmers, y justamente dentro de ese paquete de compra de productos se pudo obtener este convenio”, señaló Rodríguez. También el laboratorio Bioerix participa en el emprendimiento al aportar equipos en comodato a cambio de exclusividad en la compra de los insumos descartables. La ecuación es clara: cuantos más servicios vende un centro, más reactivos e insumos comprará a la industria. Y este hecho se ha prestado también a suspicacias en cuanto a los vínculos de Rodríguez con los laboratorios y al alto valor que tiene su opinión en el momento de incidir en la elección de los proveedores, tanto para el sistema público como para el privado, no sólo como jefe de servicios de hemoterapia sino también como miembro de la Ucamae, durante la última década, en representación del Hospital de Clínicas o de Asse, donde es funcionario presupuestado desde 1982.
Según supo Brecha, en el marco del conflicto sobre las decisiones de Rodríguez respecto al Hemocentro Regional, el directorio de Asse recibió información de que éste asesoró al laboratorio Celsius mientras se desempeñaba como director de la unidad de Servicios Especializados, durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez. Esto significa que Rodríguez violó la declaración jurada que debió firmar como jerarca, asegurando al Estado que no tiene compromisos con los laboratorios. Consultado sobre este punto, el funcionario en cuestión lo negó. “De ninguna manera, no es así. Yo fui médico de cabecera del dueño del laboratorio Celsuis, nunca lo asesoré. Que yo tenga vínculos personales es otra cosa, pero nunca trabajé”, alegó. De hecho, Brecha supo que el vínculo contractual entre Rodríguez y Celsius terminó cuando el médico asumió la jefatura del servicio de Casa de Galicia y comenzó a contratar los servicios de Bioerix. A instancias de Rodríguez, este es el mismo laboratorio que ahora aporta al Casmu máquinas de aféresis en comodato a cambio de que la mutualista le compre otros insumos y un robot de inmunohematología cuyo uso había sido desestimado por la anterior dirección del Casmu.
Ante estos hechos, considerables en el momento de definir la presunta incompatibilidad entre su desempeño en el ámbito privado y su gestión como asesor de Asse, Rodríguez se defendió así: “Yo no tengo potestades de decisor como coordinador. Si quiere ver conjunción, el director del Hemocentro de Maldonado (Jorge Curbelo) le vende (servicios de producción) al Cantegril y es el jefe (del servicio de hemoterapia) del Cantegril; le vende al Mautone y es el jefe del Mautone; le vende a Cerro Largo y es el jefe de Cerro Largo. Eso sí me parece que es conjunción”.
Si esa es la estrategia para defenderse en el marco de la investigación administrativa instrumentada por Asse, no correrá con suerte, considerando el cerrado apoyo que todos los participantes en este conflicto –menos él– han dado al Hemocentro Regional y al Servicio Nacional de Sangre para la captación de donantes voluntarios y el manejo de la sangre.
- Producción periodística: Betania Núñez.
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Un centro de referencia
El Hemocentro Regional de Maldonado –el primer centro de medicina transfusional de Uruguay– fue inaugurado en 2009 para centralizar la donación y producción de hemocomponentes en la región este (Cerro Largo, Lavalleja, Maldonado, Rocha y Treinta y Tres).
Es una de las sedes del Servicio Nacional de Sangre y depende de la Unidad de Servicios Especializados de Asse, cuyo asesor es el coordinador general de la Hemored, Ismael Rodríguez.
Según los datos del hemocentro, el año pasado se obtuvieron 120.697 unidades de sangre: 71.996 fueron utilizadas en la región este, 42.108 enviadas a Montevideo y 6.593 a otros departamentos del Interior que no pertenecen a esa región.
Se brindaron servicios a 59 instituciones del país en los 19 departamentos, se hicieron casi 19 mil transfusiones y se enviaron más de 15 mil unidades de plasma a Córdoba, Argentina, para la obtención de hemoderivados.
Los servicios de procesamiento de sangre ofrecidos a mutualistas, más los hemoderivados obtenidos por el programa de procesamiento de plasma, le reportaron a Asse ingresos equivalentes a 1,5 millones de dólares.
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Pacientes hemofílicos denuncian recortes en sus tratamientos
El factor que altera
La opinión de Ismael Rodríguez se impone sobre el tratamiento de la mayoría de los pacientes hemofílicos del país. Por la gran cantidad de reconocidos hemoterapeutas que concentra, la mayoría de los pacientes que optan por el mutualismo se atienden en el Casmu, donde Rodríguez es jefe del Departamento de Medicina Transfusional y Hemoterapia. En tanto, y también por la gran presencia de catedráticos, los pacientes adultos que se atienden en Asse lo hacen en el Hospital de Clínicas, donde Rodríguez es jefe de la Cátedra de Medicina Transfusional, y asimismo están bajo su supervisión los niños en el Pereira Rossell, que se rige por las directivas de Servicios Especializados de Asse, bajo el asesoramiento del ex coordinador de la Hemored.
La hemofilia es una enfermedad genética que se traduce en sangrados más prolongados de lo habitual; según se estima, la padecen entre 260 y 300 uruguayos. El tratamiento, ya sea ante un sangrado espontáneo o producido por un corte, requiere la aplicación de una medicación llamada factor VIII, un costoso hemoderivado que no se vende en farmacias y contribuye a coagular la sangre. A los hemofílicos severos se les aplica una dosis de factor VIII una vez por semana, mientras que a los hemofílicos moderados, que no tienen sangrados tan frecuentes, el Casmu les permitía tener una dosis de la medicación en sus casas para aplicarla rápidamente ante la aparición de un sangrado. Pero el beneficio se cortó cuando Rodríguez llegó a la dirección del Departamento de Medicina Transfusional y Hemoterapia. “Hace un tiempo retiró todas las dosis domiciliarias, y viene implantando un sistema por el que, ante el sangrado, los pacientes hemofílicos tenemos que ir a la urgencia del Casmu para que primero nos hagan una ecografía, luego nos autoricen a retirar la medicación de la farmacia y por último podamos ir hasta nuestras casas a aplicarnos el factor”, dijo a Brecha un paciente de esa mutualista. El miércoles pasado, por ejemplo, “un compañero entró a la urgencia a las 19 horas y se fue de la farmacia a la 1.30 de la mañana”, contó el paciente, que además explicó: “Yo ahora no tengo ningún dolor, pero dentro de cinco minutos puedo empezar con un sangrado en la rodilla y eso evoluciona muy rápido. Si paso seis o siete horas esperando por la aplicación del factor, lo que era un pequeño sangrado pasa a ser algo más grave que, además de ser muy doloroso, implica un retroceso en la recuperación”.
Los pacientes del Casmu aseguran que no se trata de un “capricho” que tengan, y que los técnicos los amparan. “Hace poco vino una delegación de la Federación Mundial de Hemofilia que nos planteó que el protocolo establece que el paciente tenga la dosis en su casa.” Los usuarios relataron la nueva política del Casmu, y allá fue la delegación a hablar con Rodríguez, pero el hemoterapeuta “se mantiene en sus trece”.
En cambio, los padres de los niños con hemofilia que se atienden en el Pereira Rossell están preo-cupados porque en febrero de este año Servicios Especializados de Asse cambió la medicación. En lugar del factor VIII recombinante, que se produce a partir de proteínas sintéticas, se empezó a aplicar el factor VIII plasmático, elaborado a partir de plasma humano. “Si bien los controles de calidad son muy buenos y no ha habido casos de contagio, el sintético es más seguro ante brotes de enfermedades, como en su momento lo fue el Vih”, contó la madre de un niño que se atiende en el Pereira, y agregó que “estamos juntándonos porque esto implica una pérdida de derechos. Ya habíamos quedamos fuera del Programa de Hemofilia y otras Coagulopatías, que hacía censos para saber cuántas personas padecen la enfermedad, dónde se encontraban y qué dificultades tenían. Ahora nos sacaron este medicamento, que es de última generación, y queremos asegurarnos de que no haya más recortes en el tratamiento, que no empiece a faltar la medicación”.
Betania Núñez
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* Por error en la edición impresa se nombró a la doctora como Beatriz cuando en realidad es Lourdes Viano.