El cara a cara más esperado del año duró cinco horas. La tensión se respiraba en la plaza Santos de Andrade, en Curitiba, donde más de 10 mil militantes del Partido de los Trabajadores (PT) esperaban que su ídolo, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, saliera del Tribunal Federal de Justicia de la capital paranaense, donde el juez Sergio Moro le tomaba declaración. “Dura demasiado tiempo, ¿será que tienen algo sólido contra él?”, se preguntaba un diputado paulista que prefirió no dar su nombre.
Apenas se trataba de un interrogatorio, y las posibilidades de que Lula fuera detenido el mismo miércoles 10 eran remotas. No obstante, la preocupación ante posibles nuevas pruebas presentadas a última hora que pudieran inculpar al sindicalista estaba presente en algunos altos jerarcas de s...
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