A los 5 años Sahab no es capaz de pronunciar ninguna palabra. Su silencio lo ha convertido en el tonto de la familia. Una calificación respecto a la cual los sentimientos del niño van cambiando: “Al principio me imaginaba que ser tonto era algo bonito, y hasta me gustaba que me lo llamaran, porque lo decían con alegría”. Era tan pequeño que “no sabía que la gente pudiera reírse por otro motivo que no fuera estar contento”. Pero más adelante empezó a detestar tanto esa palabra que algo se puso a hervir en su interior, algo que no demoró en convertirse en rebeldía y hasta odio. Quien crea que los niños no odian, no conoció niños atormentados.
La escritora iraní Parinoush Saniee (1949) se introduce en esta su segunda novela en lo que va sintiendo, pensando y descubriendo ese niño a través ...
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