En 1917, en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, con la revolución soviética se rompe lo que Lenin denomina el eslabón débil de la cadena imperialista, Rusia. Sin considerar ahora esa guerra ni esa revolución, vale afirmar que ambas están causadas por profundas transformaciones en el sistema, que se traducen en trascendentes debates de la izquierda, principalmente europea.
Contra los pronósticos del joven Engels, que había vaticinado que “dentro de poco tiempo –se puede casi calcularlo– ha de estallar (…) una revolución frente a la cual la revolución francesa y el año 1794 serán juegos de niños ”,1 hacia fines del siglo esto no sólo no aparece sino que se diluye como perspectiva. El hecho motiva un debate profundo entre “ortodoxos” que defienden el pensamiento de Marx y Engels...
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