A la noche le sobrevino el impulso. Salir a ayudar. Socorrer entre ramas, escombros y cables caídos. Uno, dos, tres peligros tras el viento fuerte que se llevó lo que encontró a su paso. Desesperación. Estar en la ducha reponedora cuando acaba el día y tener que salir desnudo, corriendo por la acera porque el techo voló. Golpear pidiendo ayuda a los vecinos, hasta romper vidrios y lastimarse los brazos. El agua hasta las rodillas. El granizo hasta las rodillas. El invernáculo se deshizo. La cosecha de olivo echada a perder. La noche oscura. Y ni una linterna a mano. Son algunas de las escenas que vivieron los habitantes de San Carlos el 22 de diciembre.
¿Qué hacer?, ¿cómo actuar?, se preguntan los vecinos.
El Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) cuenta con un protocolo de coordina...
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