Había una vez una empresa, Tenfield, y una asociación civil, la Asociación Uruguaya de Fútbol (Auf), dos entidades privadas. En 1998 firmaron un contrato por la televisión del fútbol uruguayo. En letra negra se estampaba una impronta en el negocio del fútbol local que parecía destinada a durar eternamente, sostenida por la convergencia de las voluntades políticas de la dirigencia y las comerciales de los empresarios del momento.
La empresa de la T se aseguró así una lista larguísima de derechos hasta 2021 para exhibir fútbol local, incluso en plataformas que aún no se diseñaron, y manejar aspectos que se conocen como “activos intangibles”, entre los que se encuentra el patrocinio deportivo y los símbolos de la selección (véase Brecha, 5-X-12).
En 1998, Luis Suárez, el mejor delantero...
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