“Cuando el corazón, los pulmones y los riñones obligaron una y otra vez al fumador de pipa a ir al taller de reparaciones, donde él, como lamentable Yo, con un goteo puesto, tenía que tragar un montoncito creciente de pastillas que, de colores, oblongas y redondas, susurraban las leyendas de sus defectos secundarios: cuando la edad, penetrantemente malhumorada, formulaba las preguntas “¿cuánto tiempo aún?” y “¿pero por qué?, y no le resultaba fácil esbozar imágenes ni ensartar palabras; cuando el mundo se le escapaba con sus guerras y daños colaterales, y sólo buscaba aún el sueño, troceado en bocaditos –ajeno a sí mismo, comenzó a lamerse lastimosamente las heridas–; cuando se había secado también la última fuente, me refrescó, como si siguiera existiendo esa respiración boca a boca, el b...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate