Más de medio milenio ha pasado desde el considerado oficialmente descubrimiento de América, o podríamos decir desde que el imperio español extendió con avidez y salvajismo los horizontes de su dominio bajo el manto del único dios salvador. Desde ese 1492, celebrado en la actualidad, a veces con inocencia histórica, los territorios americanos han vivido el acoso de un poder impuesto, han sufrido la mutilación –y en muchos casos la aniquilación– cultural. Continúa la vigencia de la independencia simbólica frente a la opresión lingüística-religiosa, por nombrar sólo dos de los múltiples aspectos que definen la cultura.
En esa ferviente importación de modelos –que negaron y desdibujaron lo ya existente en este territorio “virgen”’– venidos en las carabelas, la literatura fue una herramienta...
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