Si fuera por las noticias, la ciudad de Oaxaca sería un páramo, aislado y desabastecido por los bloqueos de más de veinte puntos de las carreteras federales, reprimidos en su mayoría por la Policía Federal durante las últimas tres semanas y vueltos a montar por la gente “luego, luego”.
Decenas de carpas pueblan el Zócalo y el centro histórico, mezcladas con las ferias de artesanías montadas a pleno y los mercados mostrando frutas de colores envidiables. Sólo las grandes superficies están desabastecidas, los Oxxo (una especie de Iberpark mexica) cerraron en el estado y no hay dónde comprar un pancito Bimbo. Claro que frente a una tortilla hecha a mano y recién sacada del comal, el imperio del osito blanco pierde por goleada.
Los maestros afiliados a la Coordinadora Nacional de Trabaja...
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